Todo este papel de plata
que cubre la superficie del mar
en esta tarde del julio,
apenas un par de horas antes de la puesta del sol,
es decir antes de que se despertasen otras gentes en otros sitios,
se pone para que mañana vuelva a tener delante de mis ojos
el horizonte y el cielo y el mar
unidos bajo la misma masa de luz y el mismo tono de azulado
y de ser así engañarme de nuevo de que el tiempo no existe
de que todo es una mentira
y hacer creer que por poco haya descubierto la verdad.
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